viernes, 15 de abril de 2016

Bajón

El brillo de la pantalla opaca todo a su alrededor y a sus espaldas el cuarto desaparece entre las pestañas. Normal, unos cuatro o tres metros y algo de largo y unos dos y algo de ancho. Una ventana con su respectiva cortina. Una cama. Una puerta. De ahí en adelante es irrelevante. 
El reloj de la computadora marca las cuatro y cincuenta de la mañana. Es difícil seguir el ritmo. Una pequeña pausa y te descarrilas de la vida. Con lo tremendo que es volver a subirse al vagón que no para. 
De repente no sabes si es de día o de noche, algunos ríen al respecto. ¿Queda acaso algo más que reír junto con ellos? Poco después dejas de verlos, se te ha doblado la espalda y debes mantenerte quieto, pero la quietud te pone inquieto. Es como un círculo, una espiral, más tienes entrada y tienes quiebre. Humano y finito debías ser. 
El tiempo pasa dentro del ciclo, te consume y te confunde. Un día despiertas y solo encuentras un cuerpo sin ser. Un cuerpo inválido y abollado por las piedras que tú mismo lanzaste. Virutas tan solo, de lo que solías ser. 
Corriste, lo sabes, y sin embargo, el tren se ha vuelto a ir.

domingo, 3 de enero de 2016

Confieso que he vivido


Y no me da vergüenza. Sonará ostentoso y con razón, pues no vengo a escribir la gran cosa. Vengo, no a hablar de mis memorias, pero de lo que estas han dejado. Que decir, el tiempo pasa y las cosas cambian y ahora es de lo superfluo, que platicamos y cuchicheamos. Nos gusta criticar, señalar, recordar e incriminar de la forma más cruda y dura que exista en nuestros registros, cada deterioro sufrido en cualquier aspecto de este camino que llamamos vida, a quienes no pueden ocultarlo; puesto que eso es lo que se nos ha dicho hemos de hacer. A las malas, de poco en poco, algunos nos damos cuenta de que no hay vergüenza en ser humano, pero al no poder vivir confinados a un cuarto, esta idea se choca, se disturba, se golpea y en casos, se disipa. Es una lucha diaria, con el resto y con uno mismo. Y es un tremendo error querer guardar el diálogo solo para la resolución de conflictos bélicos, o conflictos en general. Tenemos siglo XXI tatuado en el pecho, publiquemos cosas que valgan la pena. 


Las redes sociales se han convertido en un medio socialite de la clase media, tal vez incluso más falso que sus antecesores. Al menos en las galas de antaño los dramas, accidentes y alegrías eran espontáneas, si sucedían por supuesto. Aquí todo es prediseñado (hasta en mi humilde escrito), no se dejen engañar. Es un mundo perfecto, los deterioros antes nombrados, aquí no existen. Estética vacía. Ciertamente esto es una hipérbole, existen también excepciones, pero son precisamente exóticas. En estos últimos meses se ha dicho un par de cosas sobre la historia detrás de la imagen, pero creo que aún no se procesa la idea. Yo solo me uno a ella. 

Todos escuchamos comentarios que son canción de radio Disney para uno mismo, en mi caso siempre han sido "¿Estás enferma?", "¿Porqué no duermes?", "¿Y cansada de qué si no haces deberes?", "¿No usas bloqueador?", "¿Qué te pasó ahí?, y entre otros. Puros eufemismos. Ante la presión, lo único que sabemos hacer, es usar maquillaje (en algunos casos), cambiar el tema (que a mi se me da fatal), o responder hecho el pendejo y cabizbajo (aquí estoy yo). Casi casi hay que pedir disculpas por andar mal dormido, despeinado, y otras cosas. Por otro lado, mis redes sociales no han sido distintas a lo ya dicho. Grabar una y otra vez una canción, buscar una y otra pose, maquillarse, peinarse, vestirse, editar, presumir de tal lugar, de tal cosa, etc, etc, etc. Todo por el que dirán. Basura.

Se alaba lo uno, se reprende lo otro. Abominable error, peor que el de no haber visto Star Wars cuando estoy por decir que Han Solo muere. Todo porque dicho comportamiento no se queda en ese medio, bueno fuera. Levita hacia la vida y nos la complica, aparte de todos los condicionamientos que ya tenemos, nos sube y crea estándares, casi que reglas. Todos lo conocemos de primera, todos imposibles. Somos humanos, nos salen ojeras, nos despeinamos, nos quemamos, nos herimos y nos curamos, nos crecen los dientes hacia arriba o hacia abajo, derecha o izquierda, engordamos o enflaquecemos; son cosas que pasan si, todo, mientras se vive. 

Son las dos de la mañana nuevamente y estoy con más quemaduras de sol de las que puedo contar con las manos, las ojeras muchas veces son de llanto y las marcas en la piel, de nervios. El ya pasado año me trajo problemas, como siempre, otra mudanza, un matrimonio, un rompimiento, una reconciliación e innumerables situaciones más y cada una trajo consigo un rezago que tal vez se vea en la mirada o en la piel, ustedes sabrán. Pero de lo único que me arrepiento es de haberme avergonzado de ello. Ya no más. O al menos eso intento. La foto que acompaña, es por supuesto para no romper la línea, la mejor de las que habían entre las que se me veía tal y como soy (a medias porque es un retrato facial); la idea ya va acá y de la pantalla para afuera. Por esto, me excuso de futuras preguntas respondiendo de antemano que lo he estado pasando bien o mal mientras no dormía, que no me importa el sol mientras esté haciendo algo que disfrute, que no vale la pena dormir una hora menos de las cuatro, máximo cinco horas que duermo, para arreglarme a diario, que no, no estoy enferma, que estoy cansada por la vida que tú no conoces y no se llena de notas en una cartilla y que me he accidentado por andar tonteando por ahí, no, hay límite de edad ni genero para hacerlo. Esto en lo que al cuerpo concierne, aún quedan cosas por hablar, pero en lo que a mi respecta, puedo quedarme tranquila, si, por el momento nada más.

03/01/16

lunes, 20 de octubre de 2014

Amiga.


Y que más da si se pierden las cartas
Si ya no fluyen los ríos
Que más da que me sobren palabras
Si no me quieres contigo

Ya han pasado muchos años 
Y la noche sigue igual de triste
La luna carga un aire de melancolía 
El mismo que tendría ella al irse
La llama a gritos, la trae de vuelta
Y en un instante se encuentra conmigo
Más esto solo existe,
 En las letras que te escribo

Gracias, luna, por su efímero recuerdo
Gracias noche, por tu luna recreadora
Gracias travesía, por quitarme el sueño
Gracias perdido, por hacerme aventurar

¿Es por ella que te has ido?
No te azores, yo te siento.
Entiendo que en su ausencia te sientas vacío
Y muchas veces no quieras despertar
Pero el fuego no siempre quema
Y en calor puede hacer frío
Y así como pasan las cosas simples
Y el amor se riega en los vertederos 
Yo puedo, y tu puedes 
Vivir de un recuerdo

Olvido, no hay olvido
No si quieres recordar
Ella vive en los mejor momentos
Y en las cartas por mandar
En las letras que alguna vez sentiste
Y en la bebida a medio tomar
Ella vive a kilómetros
A kilómetros del horizonte
Me ha dejado un ángel 
Que me ayuda a despedirme
De las cosas más hermosas
Que jamás nunca quise. 



jueves, 10 de octubre de 2013

Llanto por mi sombra.

Que alguien me explique lo que ha pasado,
mi sombra hace poco me ha abandonado.
Y me ha dejado sola, triste,
e increíblemente destrozada.

Me dejó una carta en el velador,
contándome que estaba cansada,
que extrañaba a mi antigua yo
y que iría a buscarla en la madrugada.

No entiendo que he hecho mal,
aunque estoy consiente de en lo que me he convertido.
No redunden, que he entendido.

Yo también la extraño, yo también la añoro.
Alguien ayúdeme a encontrarla,
que yo aún la lloro.